La piel es una barrera natural frente a diferentes agresiones producidas por factores externos (humo de tabaco, polución ambiental, radiaciones ultravioletas, contaminantes químicos como herbicidas, etc.) e internos (el stress diario, dietas inadecuadas, agentes oxidantes, disfunción hormonal, etc.) que conducen a un envejecimiento cutáneo prematuro. Estudios científicos demuestran que algunos extractos de soja y sus isoflavonas, principalmente la genisteína, actúan sobre la estructura de la piel incrementando su firmeza y densidad. También previenen la pérdida de colágeno subsecuente a la deprivación estrógenica (disminución en la producción de estrógenos) en el período climatérico de la mujer.
Estudios demuestran que las isoflavonas de soja enriquecidas en genisteína, el ácido hialurónico y la vitamina C, contribuyen a combatir los signos del envejecimiento cutáneo: arrugas, pérdida de firmeza, elasticidad, flexibilidad y vitalidad.